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12 de abril de 2023Por: Sabino Barrera
¡Forma es fondo! Frase célebre de Don Jesús Reyes Heroles que al paso de los años cobra mayor vigencia, puesta en cita en innumerables pasajes políticos, contexto de vaivenes en cualquier corriente partidista, ideología, actos institucionales y quehaceres de la vida pública de nuestro país, algunas veces para llevar a buen puerto a sus actores, otras como botón de muestra de la insoslayable deficiencia en el actuar político.
Al respecto, permítanme manifestar mi punto de vista sobre la figura de la presidencia del Instituto Nacional Electoral y de cómo Lorenzo Córdoba Vianello (quien ostenta hasta el día de hoy el cargo de consejero presidente de dicho Instituto) ha llevado el encargo.
Desde el 15 de diciembre de 2011, Lorenzo Córdova Vianello es consejero del Instituto Federal Electoral. El 8 de enero de 2014 tomó posesión como presidente del Instituto Federal Electoral, siendo el 3 de abril de 2014 elegido como el primer presidente del Instituto Nacional Electoral (INE).
Resulta evidente la importancia del INE para la democracia en México y las varias batallas que se gestaron para lograr consolidar una Institución que ha garantizado imparcialidad, profesionalismo, certeza en los procesos electorales, el paso hacia un verdadero ejercicio de derechos político electorales y la legitimidad de quienes nos representan.
Tan importante es el Instituto Nacional Electoral para nuestro país, que quien dirige las riendas de dicho órgano y del Consejo General, debe estar revestido de capacidades probada en diversas materias del derecho, una amplia experiencia en temas electorales, contar con un agudo sentido común, un manejo político excepcional del contexto que lo rodea y, de un espíritu conciliador que le permita navegar las turbias mareas de sus responsabilidades.
Respeto de sobremanera la trayectoria de Lorenzo Córdova, hombre de derecho, investigador y académico, quien por mucho tiempo abonó a la construcción de un sistema electoral que permitiera reivindicar los excesos del poder, garantizando el ejercicio de la voluntad de los ciudadanos.
Tuve la fortuna de constatar sus luchas y posicionamientos desde lo académico, ser partícipe de su amplia experiencia en la materia y su espíritu demócrata, situación que desembocaría en su llegada a la Consejería del Instituto y a la postre, a la Presidencia del Instituto Nacional Electoral.
Ahora bien, nadie puede cuestionar la complejidad actual de la vida política de nuestro país, los altos niveles de polarización que se han venido gestando y los sinfines de embates que, desde diversas trincheras del poder, han arremetido contra el INE y de manera acalorada, sobre consejeros con voces críticas e incomodas a la mayoría que dirige las riendas del gobierno.
Nada menos, la última reforma electoral planteada por el ejecutivo federal y su llamado “Plan B”, una antesala de constante desinformación, leyes a modo para el partido en el poder, que, por cierto, a toda luz inconstitucional (ahora mismo suspendidas por la Corte) y una cargada ideología que no genera certidumbre en los procesos electorales próximos.
Por otra parte, si bien soy fiel creyente de la autonomía de las Instituciones, y que su defensa debe ser cabal, en tiempos con tantos claroscuros, me parece prudente que se sostenga un dialogo de concilio entre los Poderes de la Unión y los Organismos Autónomos.
En tal sentido, las recientes actuaciones y constantes apariciones del Consejero Presidente, aun cuando se encuentran dentro del ámbito de su competencia, las enmarca un afán egocentrista, una necesidad por destacar y una tarea ardua por ser imprescindible. Si bien no está en entredicho su labor activa en pro de la defensa de los derechos y las instituciones, sí cabria mesura en sus impulsivas respuestas a los ataques recibidos, otra vez, nadie dice que este mal la defensa a los mismos, sin embrago, es su responsabilidad conducirse con altura de miras, sin olvidar que representa a una institución fundamental, de la cual la inmensa mayoría de los mexicanos nos sentido orgullosos.
Cabría preguntarse, ¿Cuánto tiene que ver su actuar con que el gobierno haya implementado una envestida sin tregua en contra de su persona y del INE?
Dejemos de lado los protagonismos que en nada benefician la construcción de un México más incluyente, un México donde quepamos todos y donde la democracia esté por encima de cualquier interés. Cesemos en luchas sin tregua y generemos la estabilidad política que nuestro país tanto necesita. México somos todos.