La importancia de la Comunicación e Imagen Política
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3 de noviembre de 2022Por Mónica Fueyo Torres
El 7 de diciembre de 2020 se dio una situación jamás imaginada, el agua empezó a ser cotizada en el mercado de futuros de materias primas de Wall Street. Este hecho deja en evidencia la ruta hacia la escasez que está atravesando, por lo que su plusvalía ya ha empezado a pronosticarse oficialmente.
A raíz de las últimas crisis por desabasto se le ha incluso planteado como un asunto de seguridad nacional, pero a su vez, como un recurso estratégico para el desarrollo del país. Si antaño se le consideraba una problemática del futuro, las últimas sequías nos han demostrado que este nos ha alcanzado y que nuestra manera de ver al agua y su manejo tienen que cambiar urgentemente.
La seguridad hídrica impacta directamente en la seguridad alimentaria y en la energética, y esta nueva concientización ha llevado a que por fin se empiecen a ver movilizaciones no solo por parte del sector público, sino también del privado. Y es que, en los últimos años, con la intensificación de diversas dificultades sociales que van desde salud hasta desechos derivados de la producción industrial, se ha tenido que extraer el tratamiento del agua de la usual etiqueta medioambiental y ecológica, para introducirse en la agenda prioritaria de actuación gubernamental.
En el caso de Puebla, el río Atoyac ha sido un tema permanente en la línea medioambiental. No obstante, si bien se recuerdan inversiones considerables por parte de los variados ejecutivos estatales, ninguno generó cambios reales. El enfoque había versado principalmente sobre la limpieza del río, más que en constituirse como un proyecto integral de políticas públicas en el que se encontrara la fuente de la problemática y se planteara una estrategia para atacarla. Esto forzosamente va aunado a la necesidad de contar con una cultura del agua, una concientización profunda en la población, así como un seguimiento estricto de dicha conducta. Quizás esto se debió a la carencia de un verdadero compromiso pues aún no se experimentaban las duras consecuencias que se sabía algún día llegarían.
Finalmente se está evidenciando que no basta con tratar las aguas residuales, sino que es preciso que, con los fundamentos de una normatividad eficaz, se siga una ruta de acción efectivamente vigilada y respetada, sancionando a aquellos que atenten contra las fuentes y conductos del elemental líquido.
El actual gobernador poblano, Luis Miguel Barbosa, ha puesto la mira sobre el desarrollo reconociendo que una parte medular de este depende del equilibrio en el uso sostenible de los recursos naturales.
Con las clausuras a empresas ubicadas en la zona textilera de Huejotzingo, se empiezan a ver las primeras acciones para detener la producción insostenible. Las externalidades negativas que ha generado este gremio durante décadas han resultado en un saldo rojo no solo en el medio ambiente, sino en la sociedad en su conjunto.
Los costos derivados de las alteraciones a los ciclos reproductivos y regenerativos, así como en los daños a la salud de las comunidades aledañas al río, han sido pagados por la sociedad y no por las empresas. Por otro lado, se ha iniciado una serie de acercamientos con gobiernos para que, junto a la sociedad civil y la academia, se encuentren soluciones duraderas. Un ejemplo de ello fue el Primer Foro Regional sobre contaminación de la Cuenca del Alto Atoyac celebrado en la Universidad Autónoma de Tlaxcala donde se buscaron distintos enfoques para encontrar soluciones e iniciar cursos de actuación.
Si bien son pasos pequeños que a corto plazo no denotan cambios, sin duda son los cimientos para un futuro con seguridad hídrica, energética y alimentaria, que redundan en una mejor calidad de vida para todos.
Foto: YouTube (El Universal)